SUSI SE PARECÍA A JANE BIRKIN
Antes, en otros tiempos, solía dejar extrañados a mis interlocutores cuando me preguntaban ¿porqué me había hecho punk?, y yo solía decir que porque yo había sido una adolescente absolutamente acomplejada, pues yo solía tener un enorme complejo de inferioridad, además de complejo de fea, de rara y de gorda.
Yo tenía once, doce o trece años cuando fui a vivir con mi familia a Sant Boi, en la calle Balmes, en el barrio llamado el Gato negro. La calle estaba sin asfaltar y cuando llovía aquello era un enorme barrizal. Por la noche no había luz de la calle y siempre tenías que estar vigilando las intenciones de las sombras que se te acercaban. Cerca de mi casa había un par de descampados atravesados por una acequia donde la gente tiraba las camadas de gatitos recién nacidos para que se ahogasen y que yo salvaba con mucha desesperación aunque tuviera que poner los pies dentro de la apestosa acequia para realizar el rescate, en mi casa se quedaron con uno de esos gatitos. En mi escalera de vecinos éramos varias niñas de edad parecida Merce Serrat, Sara Castillo, Marta (no ma cuerdo del apellido), y Susi Sanchez Puertas que era un poquito mayor que todas nosotras. Susi vivía con su madre la Señora Lola y sus dos hermanas Mari Cruz y Gloria ya mucho mas mayores que ella.
Susi tenía la ventaja de ser aconsejada por sus hermanas mayores a la hora de acicalarse y de vestirse, así es como Susi llevaba un precioso y largo pelo lacio teñido de rubio-ceniza lo que la hacía parecerse en apariencia a la preciosa Jane Birkin. Recuerdo que Susi se pasaba el día en la portería jugando con su pelota del tamaño de un puño la cual la lanzaba al aire, dando una palmada debajo de una pierna para inmediatamente después atrapar la pelota al vuelo sin que se le cayera, Susi era muy hábil en esto, también jugaba a un juego llamado Tabas, en el cual también lanzaba la pelota al aire para coger las Tabas del suelo al vuelo con la misma mano y luego volver a atrapar la pelota, las Tabas eran un hueso que formaba parte del esqueleto de los pies de un cerdo. Este era un juego proveniente de su tierra de origen, ya que su familia había emigrado desde Murcia, de un pueblo llamado Cejín. Susi y sus hermanas eran las mas modernas con diferencia de toda la calle, y mientras yo aun jugaba a muñecas, Susi ya llevaba lo ultimo de lo mas ultimo en moda juvenil atrevida, que eran unas bragas que llevaban una ancha puntilla de blonda que se asomaban divertidamente por debajo del borde de la minifalda.
Un día que estabamos comiendo mi familia en casa, que era un piso situado por encima del de Susi, y al acabar de comer, como siempre me tocaba a mi hacer el café imprescindible que se tomaba mi padre. Fui a la cocina encendí el gas para poner la cafetera, y con la cerilla de encender hice el ademán de tirarla al suelo de la pequeña galería adjunta, y todavía con la cerilla en la mano, no se porque me asomé para ver el patio de Susi, que era mucho mas grande y que estaba protegido para la lluvia con un plástico. Y no se qué me pasó pero al ver tendida ahí abajo, toda esa preciosa ropa interior, me entró una enorme frustración, debido a que pensaba que yo jamás podría llevar una ropa como esa, porque yo era demasiado gorda, demasiado fea, demasiado rara y demasiado niña todavía, para poder lucir semejantes prendas. Y en un frustrado ademán tiré la cerilla ardiente a la galería de abajo. Me volví al comedor, pero completamente intranquila, pues lo que yo verdaderamente deseaba en aquel momento es que esa maldita cerilla no prendiera en el plástico. Así que me senté a la mesa, pero al segundo siguiente, ya me había yo vuelto a levantar para ir a mirar a la galería de abajo, y ver qué había pasado con esa cerilla. Y efectivamente el plástico y la ropa estaban consumiéndose mientras que el viejo pastor alemán de la Susi, el Clarens, corría de un lado a otro de la galería gimiendo. Yo cuando vi esa escena me horrorice, y sin pensármelo y gritando - ¡fuego! ¡fuego! - me fui al piso de abajo a llamar urgentemente a la puerta de Susi para salvar a Clarens de las llamas.
Probablemente la familia de Susi centrándose en las evidencias debieron concluir de que había sido yo la que había provocado el incendio, pero como yo misma las había alertado toda conmocionada del suceso, debieron decidir no urgar mas en mis motivaciones, seguramente nefastas, y correr un tupido velo. Ninguna de ellas dejo de saludarme, pero lo hacían con frialdad. Susi no volvió nunca a jugar conmigo y el resto de vecinicas. Yo como solía hacer, las tardes de los sábados, iba a casa de Susi a ver en su tele, la emocionante serie de ciencia ficción Viaje al Fondo del Mar, pero la siguiente vez que fui , después del incendio, estaban todas las luces de la casa apagadas y no había allí nadie mas conmigo que la Señora Lola. Yo no me sentía culpable, porque todo había sucedido sin quererlo yo, aunque lamentaba la falta de la presencia de Susi en los juegos.
Pasaron los años, mi familia nos cambiamos un par de veces mas de casa, y ya con 15 años fui a parar al colegio Juan Bardina, que era un cole muy chulo de San Boi y donde también iba Susi, pero en una clase superior, y allí fue donde mi vida se cruzó con dos profesores decisivos para mi. Luisa era una profesora que me dejó leer toda su colección de libros de Enid Blyton, con lo cual una tremenda afición a la lectura floreció en mi, y el Señor Pons, que era el director del colegio, y que todo enjuto él, a base de elogiar mis redacciones, me animó en el camino de la escritura amateur.
Pues estando yo haciendo campana del cole una tarde de verano, fui a parar a unas casas viejas que tenían en la entrada un largo porche, y estando yo sola ahí sentada, afligida siempre por lo rara que me sentía yo en este mundo, me llevé aún una frustración mayor, cuando pasaron por ahí la Susi con su amiga Pilar, y ambas me saludaron muy fríamente y pasaron de largo de mi. Yo pensé qué cómo dos ejemplares de campaneras empedernidas como ellas, no se sentían hermanadas, con otra campanera empedernida como yol, y es que a mi, con todo el tiempo que había pasado ya se me había olvidado lo del suceso del incendio que provoqué. Pero a Susi por lo visto no se le había olvidado no.
Años mas tarde, ya siendo una punk adulta y curada de todo complejo, me volví a encontrar con Susi en el metro, y me extraño que con lo efusiva que yo la saludé, ella me trató de la forma mas fría posible, pero es que yo seguía sin acordarme de lo del incendio y ella no lo había olvidado en absoluto.
Y ya sobre la ultima década que trabajé en el Hospital Clinico, me vino una mañana a ver a mi servicio, la Señora Lola. A mi me hizo mucha ilusión verla, estaba “igualica, igualica”, pero yo percibí en ella que estaba como azorada, lo primero que hizo fue pedirme mi dirección, a lo que yo supuse que querría venir a visitarme, pero cuando yo le pedí que me diera el tlfno de Susi, puso un par de excusas y se largó, y por aquel entonces yo tampoco me acordaba de lo del incendio, pero por lo visto la Señora Lola no lo había olvidado no, solo me dijo que Susi vivía en la avenida Icária, que es una zona de lujo junto al puerto de Barcelona.
Y hace apenas unos días, a mis 54 años, que de pronto, repentinamente en la noche, me acordé de lo del incendio, y la culpabilidad que llegué a sentir a continuación era casi de angustia vital, tanto que yo no podía dormir, porque no paraba de darle vueltas al asunto en mi cabeza, pues si recordáis de otras aventuras que os he contado, yo sufro del síndrome de la culpabilidad compulsiva, y esto es una cosa parecida a alquitrán pegándose en tu alma y asfixiandote, ¡algo insoportable!. ¿Cómo podía haber hecho yo eso?...ahora comprendía la frialdad de Susi...y así de amedrentada he estado arrastrando este angustioso advenimiento durante todos estos días...sin ni siquiera atreverme a confesárselo a mi madre, porque me da mucha vergüenza y al final he venido aquí, a mi rinconcito oscuro, a vosotros testigos mudos de mis atrocidades, y os lo acabo de contar todo a vosotros para que me sirváis para resarcirme de la angustia que siento. Y esperando que tal vez la Susi o Pilar Puertas Sánchez o Pilar Sánchez Puertas, que ahora ya no se muy bien el orden de sus apellidos, mediante el azar, tuviera a bien de venir a caer a este bloggg y pudiera leer esta confesión que por inesperada y desnuda despertara ciertas de sus simpatías otra vez hacia mi. Y sino cuando yo me muera y estos posts tal vez fueran divulgados en interés de lo extraña que siempre he resultado ser, sea tal vez entonces cuando llegue a oídos de Susi, que le pedí públicamente disculpas por Internet, y tal vez así por fin me perdone ese acto tan abyecto que cometí en su contra.
07-01-2012
Silvia Escario.
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